El Caso de Jorge Borjas y Justo Vidal: Deudas, Autosecuestros y Traiciones
En medio de un paseo en El Salvador, Jorge Borjas y su hermano Jesús se vieron envueltos en un incidente que terminaría con graves consecuencias. Ambos fueron acusados injustamente de asociación ilícita además de enfrentarse a un tirotero que tenía como objetivo eliminarlos. El origen de los problemas parecía estar relacionado con el supuesto secuestro de Justo Vidal, una figura clave en esta historia, y con el cobro de una motocicleta.
La odisea comenzó cuando, por casualidad, Jorge, su hermano y una amiga se encontraron con Justo en San Salvador. En ese momento, Justo Vidal supuestamente había sido secuestrado y se desconocía su paradero. La familia de Justo había solicitado a la policía mantenerse al margen, ya que ellos mismos se encargarían de su búsqueda. Sin embargo, lo que parecía un secuestro era, en realidad, un autosecuestro planificado por el propio Justo. Esto se debía a que Justo había robado más de 4.5 millones de dólares al cartel de los Valle y consideró que desaparecer era la mejor manera de protegerse.
En ese encuentro inesperado, Justo sorprendió a Jorge y a los demás al invitarlos a unos tragos y, aún más sorprendente, al darles la dirección de su casa. Jorge aprovechó la ocasión para cobrarle los 10 mil dólares que Justo le debía por una motocicleta, pero la situación se tensó cuando Justo, molesto, lo amenazó gravemente. Aunque Jorge no temía sus palabras, su hermano lo convenció de que no valía la pena seguir discutiendo por esa suma, por lo que decidieron retirarse del domicilio de Vidal.
Más tarde, alrededor de las 12 del mediodía, Justo llamó para disculparse con Jorge y lo citó para encontrarse y conversar en Planes de Renderos. Jorge, su hermano y la amiga, quienes estaban hospedados en el Hotel Intercontinental, partieron hacia el lugar acordado. Sin embargo, algo no parecía estar bien, y no se equivocaron.
Al llegar a la Puerta del Diablo, un sitio conocido por ser escenario de varios asesinatos, fueron acorralados por dos carros que aparecieron a cada lado de ellos. A pesar de los intentos de Borjas, quien conducía el vehículo, no logró reaccionar a tiempo, y el grupo fue brutalmente atacado. En total, les dispararon 68 veces. La amiga que acompañaba a los hermanos recibió un disparo en la cabeza y otro en el estómago. Borjas fue alcanzado por nueve balas, una de las cuales le destrozó la quijada y otra un pulmón. Su hermano también resultó herido, recibiendo un disparo en el antebrazo.
Afortunadamente, lograron escapar de la escena y llegar al hospital a tiempo. Los médicos extrajeron las balas, y aunque Borjas rechazó la anestesia para la operación, sobrevivió a las graves heridas. Tras la intervención, Jorge acompañó a la policía, quienes lograron capturar a tres de los atacantes. La amiga de Jorge y su hermano permanecieron en el hospital bajo la protección de 40 agentes de las fuerzas especiales.
A la mañana siguiente, oficiales de la policía los escoltaron al aeropuerto. Borjas tenía un vuelo programado para Colombia, mientras que su hermano viajaría a Miami. Sin embargo, a Jorge se le negó el abordaje porque un oficial de migración consideró que no podía viajar debido a su delicado estado de salud, ya que aún sangraba profusamente por las heridas. Poco después, tanto él como su hermano fueron interceptados y acusados de asociación ilícita y posesión ilegal de armas de fuego, ya que Jorge llevaba una pistola al momento de su detención.
Más adelante, se confirmó que Justo Vidal, implicado desde el principio, había sido el responsable de ordenar el asesinato de los Borjas. Los cargos contra Jorge y su hermano fueron desestimados, pues se comprobó que no tenían relación con el narcotráfico, y Borjas poseía documentación que acreditaba que tenía permiso para portar su arma en Honduras. Finalmente, Borjas viajó a Colombia, donde sufrió el primero de tres infartos, causados por las secuelas del tiroteo, que le habían dejado el pulmón gravemente dañado. Mientras tanto, su hermano se trasladó a los Estados Unidos, donde originalmente tenía su boleto de avión.
La relación entre Jorge Borjas y Justo Vidal era simple: ambos habían trabajado como maestros en una escuela bilingüe en Copán, Honduras. Fue la casualidad de encontrarse con Justo, quien se escondía de sus enemigos en El Salvador, lo que desató la tragedia que se ha narrado en este artículo.